Capítulo 4: Bajo las Sombras del Surfista
*Milleniumpolis* dormía bajo una luna llena que bañaba la ciudad en un resplandor plateado, pero la paz era solo superficial. En las sombras, el Surfista de los Calamares había comenzado a mover sus piezas. Desde su guarida oculta, manipulaba los hilos de su siniestro plan, y Superknightm estaba decidido a encontrarlo.
La investigación de Paul lo llevó a un almacén abandonado en el puerto de la ciudad, donde los informes hablaban de movimientos extraños. Junto con dARTgalán y Flor de Loto, se acercaron sigilosamente al lugar, sus pasos casi imperceptibles en la noche.
Un recibimiento inesperado
Al entrar, el grupo se encontró rodeado de secuaces del Surfista. Criaturas deformes y humanos con máscaras extrañas bloqueaban su camino, armados con tecnología que parecía provenir de otra dimensión.
“Parece que nos estaban esperando,” dijo Flor de Loto mientras desenvainaba su katana.
dARTgalán, con su pincel luminoso en mano, asintió. “Entonces, que comience el espectáculo.”
Superknightm lideró la carga, su espada brillando bajo la tenue luz del almacén. Cada golpe era preciso, cada movimiento un recordatorio de por qué era el protector de *Milleniumpolis*. A su lado, Flor de Loto se movía como una sombra, derribando enemigos con la gracia de una bailarina y la fuerza de una guerrera. dARTgalán, por su parte, utilizaba su pincel para crear ilusiones y desorientar a los enemigos.
El mensaje del Surfista
Tras una dura batalla, el trío logró abrirse paso hasta el centro del almacén, donde una pantalla gigante mostraba la figura del Surfista de los Calamares. Con una voz calmada pero cargada de amenaza, se dirigió a ellos.
“Bienvenidos, héroes,” dijo el Surfista. “Veo que están decididos a interferir en mis planes. Pero deben saber que esto es solo el principio. La grieta que han intentado contener es solo una pequeña parte de lo que está por venir.”
Superknightm apretó los puños. “¡Te detendremos, sea lo que sea lo que estés planeando!”
El Surfista rió. “Eso me gustaría verlo. Disfruten de este pequeño triunfo, porque pronto no habrá rincón del multiverso que no caiga bajo mi dominio.”
Una victoria agridulce
Con esas palabras, la pantalla se apagó y el almacén comenzó a colapsar. El equipo logró escapar justo a tiempo, pero no sin sentir el peso de las palabras del Surfista. Habían ganado la batalla, pero la guerra apenas comenzaba.
En el horizonte, la grieta púrpura brillaba con más intensidad que nunca, un recordatorio constante de la amenaza que enfrentaban.