David Tree aparcó su coche frente al Hotel Imperial, un lugar de lujo que había sido mencionado en las conversaciones secretas de las últimas semanas. Este no era un hotel cualquiera; se rumoreaba que algunos de los negocios más turbios de la ciudad se cocían dentro de sus elegantes paredes.
Se bajó del coche y se tomó un momento para observar el edificio. Era imponente, con una fachada de vidrio y acero que reflejaba las luces de la ciudad. A simple vista, todo parecía normal. Pero David sabía que lo que sucedía en su interior estaba lejos de ser inocente. Había venido buscando respuestas, y estaba seguro de que las encontraría detrás de esas puertas.
Mientras cruzaba la entrada, las miradas de los porteros y algunos de los clientes no tardaron en posarse sobre él. David estaba acostumbrado a eso. No era el tipo de persona que pasaba desapercibida, y mucho menos en un lugar como este. Su instinto le decía que había algo en marcha, algo grande.
Se dirigió al mostrador de recepción, donde una mujer elegantemente vestida le sonrió cortésmente. "¿En qué puedo ayudarle, señor?", preguntó con una sonrisa profesional. Pero David notó la tensión detrás de sus ojos. Ella también sabía que este lugar guardaba secretos.
“Tengo una reunión”, dijo David, mientras dejaba su nombre en el registro. No tenía una cita oficial, pero eso nunca había sido un problema antes. Sabía cómo conseguir acceso a donde quisiera.
La recepcionista revisó la lista, sus dedos moviéndose rápidamente sobre el teclado. Después de unos segundos, asintió y le indicó el ascensor con una leve inclinación de cabeza. “Bienvenido, señor Tree. Lo están esperando.”
David se permitió una sonrisa. Sabía que no era bienvenido, pero eso no lo detenía. Mientras se dirigía al ascensor, notó cómo las cámaras en los rincones del vestíbulo seguían cada uno de sus movimientos. Ya lo estaban observando.