David siempre había sido un soñador. Desde temprana edad, su imaginación lo llevaba a mundos lejanos y aventuras inexploradas. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de la gente, sus sueños no se quedaban atrapados en la mente. David tenía un don único, una habilidad que lo hacía especial: podía dar vida a sus personajes de ficción, convertirse en ellos y experimentar sus historias en carne propia. En su pequeño apartamento, rodeado de pilas de libros y cuadernos llenos de historias por escribir, David se preparaba para otro día de creación literaria. La computadora parpadeaba con una página en blanco, esperando a que su mente le diera vida. Pero esta vez, algo era diferente. Un personaje en particular lo acechaba, deseando ser liberado de las palabras. Ese personaje era Superknightm, un héroe enmascarado con agilidad y fuerza sobrenatural, un defensor de la ciudad de Metrópolis. Superknightm era la creación más especial de David, un reflejo de sus anhelos de valentía y justicia en un mundo plagado de desafíos. Pero esta mañana, mientras escribía sobre las hazañas de Superknightm, algo inusual ocurrió. David sintió un cosquilleo en su piel, como si una corriente eléctrica recorriera su cuerpo. Perplejo, miró a su alrededor. ¿Qué estaba pasando? Sus dedos seguían tecleando en la computadora, pero no tenía control sobre ellos. De repente, se sintió transportado, como si una fuerza misteriosa lo arrastrara hacia alguna parte. Y entonces, lo supo. Se encontraba en el universo de Superknightm. Ya no era David, el escritor, sino el propio héroe enmascarado. Podía sentir la agilidad y la fuerza sobrenatural que solo había imaginado antes. Estaba en el cuerpo de Superknightm, en pleno vuelo sobre los rascacielos de Metrópolis, la ciudad que él mismo había creado. La ciudad se extendía ante él, brillando bajo el sol. Pero, de repente, una sirena de alarma lo sacó de su asombro. Metrópolis estaba en peligro, y Superknightm era su única esperanza. Mientras descendía hacia la escena del crimen, se dio cuenta de que esta vez, su habilidad de escritor había cobrado vida de una manera que nunca habría imaginado. El destino de Metrópolis pendía de un hilo, y David, o mejor dicho, Superknightm, estaba dispuesto a luchar por la justicia y la paz, como nunca antes lo había hecho.