Capítulo 3: La Primera Batalla de Pinceles

Los días pasaban y el rumor del misterioso mural pintado frente a la mansión del **Vizconde Valmont** se esparcía por toda París. El pueblo, sorprendido por la audacia de la obra, comenzaba a murmurar sobre una resistencia artística que desafiaba el poder de la nobleza. Pero no todos estaban contentos con esta rebelión silenciosa.

En la corte, las voces de descontento se alzaban. **Richelieu**, siempre calculador, había permanecido en silencio, pero sabía que este acto de desafío no debía ser ignorado. No podía permitir que el arte, esa arma invisible, socavara su control sobre el pueblo.

"Estos artistas creen que pueden desafiarme con colores y pinceles", dijo el **Maestro de las Sombras**, mientras observaba un mapa de la ciudad con ojos afilados. "Debemos aplastarlos antes de que su mensaje se esparza aún más."

Mientras tanto, **dARTgalán** y los **Pintores Mosqueteados** se reunían en su taller, discutiendo el impacto de su última obra. **Claire** estaba especialmente preocupada. "Nos estamos ganando enemigos poderosos, dARTgalán", advirtió, mientras revisaba los informes de las patrullas que habían intensificado su presencia en las calles. "Richelieu y sus hombres no se quedarán de brazos cruzados."

**dARTgalán** asintió, pero su mirada permanecía serena. "Sabíamos que esto no sería fácil, Claire. Pero no estamos luchando solo con espadas o pinceles. Estamos luchando por algo más grande: la libertad de crear, la libertad de pensar. Y no podemos permitir que nos la arrebaten."

**Lucien**, siempre más despreocupado, añadió con una sonrisa irónica: "Bueno, al menos nos hemos vuelto famosos. Ya se habla de nosotros en las tabernas. Dicen que hay un mosquetero pintor que desafía al mismísimo Richelieu. Si eso no es éxito, no sé qué lo es."

"No estamos aquí por fama, Lucien", replicó **dARTgalán** con una sonrisa leve. "Pero es bueno que el pueblo hable. Nuestro arte es su voz. Y mientras sigamos inspirando a la gente, habremos ganado más de una batalla."

Esa misma noche, el grupo se preparaba para su próximo movimiento. Pero lo que no sabían era que el **Maestro de las Sombras** había comenzado a trazar un plan para acabar con ellos. El arte era una amenaza para el poder, y él no permitiría que la imaginación desafiara su control.

En las sombras de París, los guardias del Cardenal se preparaban para su primera emboscada. Sabían que los **Pintores Mosqueteados** saldrían a la calle para crear otro mural, y esta vez, no dejarían que se escaparan tan fácilmente.

Cuando **dARTgalán**, **Claire**, y **Lucien** llegaron a la plaza designada para su próximo mural, se encontraron con una sorpresa desagradable. Las calles estaban vacías, pero había una sensación extraña en el aire, una calma tensa. **Lucien** fue el primero en notar las sombras en los tejados.

"Estamos rodeados", susurró, mientras su mano se deslizaba hacia el mango de su espada. "Es una trampa."

"Lo sé", respondió **dARTgalán**, mientras se preparaba. "Pero no vamos a huir. Si quieren una batalla, la tendrán."

De las sombras, emergieron los guardias del Cardenal, espadas en mano. **dARTgalán** desenvainó la suya con rapidez, pero mantuvo su pincel en la otra mano. "No olviden, amigos," dijo, con una sonrisa desafiante, "que el arte también es una forma de lucha."

La batalla comenzó. **dARTgalán** y sus compañeros luchaban con habilidad y destreza, enfrentándose a los guardias con sus espadas, pero también con su ingenio. Mientras combatían, **Lucien** y **Claire** trazaban símbolos y figuras en las paredes, creando distracciones visuales que desorientaban a sus enemigos.

El **Maestro de las Sombras**, observando desde lejos, apretaba los dientes con frustración. A pesar de su emboscada, los **Pintores Mosqueteados** no solo resistían, sino que convertían la batalla en una obra de arte en sí misma.

Al final, los guardias, confusos y superados, se retiraron. **dARTgalán**, aunque exhausto, levantó su espada en señal de victoria. "Esta fue solo la primera batalla", dijo en voz alta. "Pero el verdadero poder no está en las espadas que empuñamos. Está en las ideas que defendemos. Y esas, mis amigos, son invencibles."

Con la plaza ahora tranquila, **dARTgalán** dio un paso atrás para admirar el mural que habían creado en medio de la lucha. Una obra caótica, pero llena de fuerza y esperanza. Una imagen que contaba la historia de un pueblo que no se rendiría fácilmente.

Y así, mientras las sombras retrocedían, **dARTgalán** y los **Pintores Mosqueteados** sabían que la lucha apenas comenzaba.