El helicóptero ascendía rápidamente, dejando atrás el campo de batalla en Ucrania. El equipo **Secret Force** estaba en silencio, cada uno procesando la intensidad de los últimos acontecimientos. El viento agitaba el fuselaje de la aeronave, mientras el paisaje pasaba borroso por las ventanas. Habían logrado escapar, pero el costo había sido alto.
**Louise**, sentado en el borde del helicóptero, mantenía la mirada fija en el horizonte. Sabía que habían cumplido su misión, pero la sensación de inquietud seguía presente. No era la primera vez que enfrentaba una operación de alto riesgo, pero algo sobre esta misión se sentía diferente. Más oscuro.
**Wilson**, siempre el pragmático, rompió el silencio.
—Lo hicimos. Los sacamos de ahí —dijo, mirando a **Louise**—. Pero no puedo sacudirme la sensación de que esto fue solo el comienzo.
**Shaw**, sentado cerca, revisaba su equipo mientras asentía con la cabeza.
—Lo que sea que estén tramando los rusos, no va a terminar aquí. Nos han perseguido demasiado de cerca como para ser solo una operación rutinaria —comentó **Shaw**, con su mirada perdida en el paisaje debajo de ellos.
**Louise** asintió lentamente, sin apartar la vista del horizonte.
—Lo sé. Algo grande está en marcha, y solo hemos arañado la superficie —respondió **Louise**, con un tono de voz bajo, casi como si estuviera hablando para sí mismo.
El helicóptero continuó su vuelo hacia la base militar aliada. Sabían que, aunque habían completado la misión de rescatar a los prisioneros, el verdadero desafío estaba aún por descubrir. **Louise** no podía sacudirse la sensación de que había muchas preguntas sin respuesta, y que pronto tendrían que enfrentarse a algo aún más peligroso.
Después de varias horas de vuelo, el helicóptero finalmente aterrizó en la base militar segura. Al bajar del helicóptero, el equipo fue recibido por un grupo de oficiales y personal médico. Los prisioneros fueron llevados rápidamente a recibir atención médica, mientras el equipo **Secret Force** se dirigía hacia la sala de mando para entregar su informe.
**Amit** estaba esperándolos en la sala de operaciones, su rostro reflejaba el cansancio de haber monitoreado la misión desde la distancia.
—Buen trabajo, chicos. No fue fácil, pero lograron sacarlos de ahí —dijo **Amit**, con una leve sonrisa—. Tenemos mucha información que revisar. El búnker estaba lleno de datos valiosos, y creo que descubriremos mucho más de lo que esperábamos.
**Louise** se sentó frente a la mesa de operaciones, cruzando los brazos mientras escuchaba a **Amit**.
—¿Qué tienes hasta ahora? —preguntó **Louise**.
**Amit** encendió una serie de pantallas, mostrando varios mapas y documentos que habían sido recuperados del búnker ruso. El equipo se acercó para observar.
—El búnker que atacamos no era solo un centro de detención. Parece que era parte de una operación más grande, algo relacionado con armas experimentales —explicó **Amit**, mientras señalaba varios puntos en los mapas.
**Wilson** frunció el ceño, observando los documentos en las pantallas.
—¿Armas experimentales? ¿Qué clase de armas? —preguntó, con evidente preocupación.
**Amit** sacudió la cabeza.
—Aún no lo sabemos. Pero lo que está claro es que esto no fue una operación cualquiera. Los rusos estaban desarrollando algo, y sospecho que nuestra misión fue solo el principio —dijo **Amit**, con el tono sombrío.
**Shaw** cruzó los brazos, apoyándose contra la pared mientras escuchaba.
—¿Y qué sigue ahora? —preguntó, mirando a **Louise**.
**Louise** miró las pantallas por un momento antes de hablar.
—Seguimos adelante. Si lo que encontramos en ese búnker es real, tenemos que detener lo que sea que estén planeando. No podemos permitir que esas armas experimentales caigan en las manos equivocadas —dijo **Louise**, con una resolución en su voz que el equipo reconocía bien.
El equipo **Secret Force** sabía que estaban a punto de embarcarse en una nueva misión, una que podría ser aún más peligrosa que la anterior. Pero no había dudas ni titubeos en sus ojos. Eran los mejores, y estaban listos para lo que viniera.
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